(The wizard of Oz)
Año: 1939
Nacionalidad: USA
Dirección: Victor Fleming
Guión: Noel Langley, Florence Ryerson, Edgar Allan Woolf, basado en el libro de Lyman Frank Baum
Intérpretes: Judy Garland, Frank Morgan, Ray Bolger, Bert Lahr, Jack Haley, Billie Burke, Margaret Hamilton, Charlie Grapewin
Formato: DVD/VHS
Sinopsis: La pequeña Dorothy vive aburrida en la granja de su familia en Kansas, anhelando conocer el mundo. Un día, su sueño se hace realidad, trayendo un tornado que arranca su casa del suelo y la deja en una tierra fantástica y desconocida. Allí, junto a su perro Toto y amigos que irá conociendo en el camino, buscará llegar a
Recomendación: Esta es una de esas películas “indelebles” del cine fantástico. Incluso odiándola, es imposible negar su importancia.
Es también uno de los títulos emblemáticos de la producción hollywoodense de los años ’30, donde era muy poco el lugar que se le dejaba al artista, y todas las decisiones eran tomadas por ejecutivos, situación que empezaría a modificarse con la entrada al cine de directores como Orson Welles. A pesar de figurar sólo Fleming en los títulos, este film tiene tres directores más: King Vidor, George Cukor y Richard Thorpe, con lo cual se ejemplifica perfectamente la importancia que un director tenía en esa época.
También la película potenció esa abominable costumbre inaugurada por Blancanieves y los siete enanitos ese mismo año, de convertir toda película infantil en un insufrible musical.
Pero más allá de las antipatías, es imprescindible ver este film, especialmente por su significancia visual. Los decorados de Cedric Gibbons, probablemente el mejor escenógrafo de su época, son impactantes y pueden sorprendernos a cada momento, demostrando que muchas “novedades” visuales de nuestro presente cinematográfico ya estaban pensadas desde hace rato.
La mitología de El mago de Oz, sólo comparable por su potencia e influencia en la cultura fantástica universal, a Alicia en el País de las Maravillas, sigue alimentando y sirviendo de parámetro a las nuevas obras de este género.
Es una lástima que el poder liberador que toda mitología posee haya sido sojuzgado en esta versión y utilizado en sentido inverso, con un tinte moralista y pacato, casi enemistado ideológicamente con la ensoñación. Pasando por alto sus puntos negativos, es posible sin embargo disfrutarla, y mucho.
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