(The cars that ate
Año: 1974
Nacionalidad: Australia
Dirección: Peter Weir
Guión: Peter Weir, historia de Peter Weir, Keith Gow, Piers Davies
Intérpretes: John Meillon, Tery Camillieri, Kevin Miles, Rick Scully, Max Gillies, Danny Adcock, Bruce Spence, Kevin Golsby, Chris Haywood, Peter Armstrong
Formato: DVD
Sinopsis: Arthur y George son dos hermanos desempleados que andan probando suerte para conseguir trabajo en varios de los pueblos del sur de Australia. Pero en su paso por Paris, unas luces ciegan a George y el coche se desbarranca. Con Arthur como el único superviviente, la comuna de Paris rápidamente lo consuela, dándole casa y empleo. Pero Arthur comienza a sospechar que las cosas no son normales en el pueblo. Todos los lugareños parecen obsesionados con los coches, y la forma de comercio en Paris es hacer trueque con partes de autos. A su vez los muchachos del lugar viven haciendo estragos con sus coches semidestruídos. Y Arthur terminará por descubrir que nadie entra ni sale de Paris con vida, ya que los pobladores mantienen cerradas sus fronteras y se dedican a generar accidentes a los forasteros que pasan por su ruta, para depredar sus autos y apoderarse de sus piezas.
Recomendación: Del a etapa más “autoral”, podríamos decir, de Peter Weir, que es la que precedió a su extravío hollywoodense, Enigma en París es el film más inclasificable. Hay que aclarar que el París del título (el original sería textualmente “Los autos que se comieron a París”), no es la capital europea rebosante de buen gusto que nos han enseñado a envidiar, imitar y anhelar, sino un pueblucho roñoso lleno de subnormales, cuya principal actividad económica proviene del saqueo y asesinato de turistas. Por momentos el film recuerda por su tono socarrón a 2000 maníacos, pero aquí la cosa viene mucho más extraña.
Una variante de film terrorífico que particularmente me seduce es la que presenta a un forastero que llega a un pueblucho confabulado en un pacto de silencio, donde existe un mal –natural o sobrenatural- que generalmente se nutre de recién ingenuos llegados. Aquí Weir toma este esquema, pero sube la apuesta con un protagonista al borde del retraso mental (excelente actuación de Terry Camillieri), quien contra todo pronóstico, luchará por abandonar Paris aprovechando los problemas sociales internos del poblado.
He leído varias opiniones adversas a este film que lo catalogan de mamarracho inconducente, de film ridículo sin propósito alguno. Me permito disentir. Primero, porque creo que es una película disfrutable aún sin ver en ella mensaje o propósito alguno, gracias a su despreocupado humor negro y sus caricaturescos personajes.
Y segundo, porque detrás del festival de choques y autos tuneados a lo Mad Max, hay una interesante reflexión: Paris es un pueblo que fomenta la violencia y vive de ella, y sin embargo se escandaliza de que su juventud se entregue a ella sin discriminaciones. Una cultura que vive del provecho económico que le trae la muerte, llega a ese instante aterrador en que la muerte se desata dentro de sí misma, pero esta vez sin objetivo ni límites. Suena conocido ¿no?
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