(Malpertuis)
Año: 1971
Nacionalidad: Bélgica
Dirección: Harry Kümel
Guión: Jean Ferry, basado en la novela de Jean Ray
Intérpretes: Orson Welles, Mathieu Carriere, Susan Hampshire, Michel Bouquet, Charles Janssens, Jean-Pierre Cassel, Sylvie Vartan, Daniel Pilon, Dora Van der Groen
Formato: DVD
Sinopsis: Yann, un joven marinero vuelve a su tierra natal en busca de su hermana, y la encuentra viviendo en Malpertuis, la tétrica mansión de su tío Cassavio. Éste, al borde de la muerte, está esperando a Jan para leer su testamento a él y al resto de su excéntrica familia. Cassavio les deja a todos una inmensa fortuna, con la condición de que todos deben vivir en Malpertuis por el resto de sus vidas, y de que las dos últimas personas con vida, si fuesen varón y mujer, deberán contraer matrimonio.
Recomendación: Los afortunados que leyeron la novela de Ray coinciden en que la película acentúa lo onírico y misterioso, en desmedro de las explicaciones y la secuencia lógica de situaciones. Lo cual puede ser tanto bueno como malo, pero intuitivamente me inclinaría por la primera opción.
Kümel ya se había acercado al fantástico ese mismo año con su película de vampiros Les lèvres rouges, inspirada en el personaje de la condesa Bathory. Si bien tanto el libro como la película son clasificados dentro del género terror, el cineasta parece querer escaparle todo el tiempo a la etiqueta, construyendo más bien una fantasía macabra. Indisciplinada, confusa, multifacética, Malpertuis no da explicaciones, o cuando las da, te deja en una mayor incertidumbre. Lo cual no deja de ser placentero, ya que el film se convierte en un raro placer, en un soñar despierto que reconforta entre tanta fantasía racionalizada que sufrimos desde el cine. La melancólica idea de los dioses paganos agonizando bajo el peso monolítico de la nueva sociedad monoteísta es fascinante, y más aún cuando nos llega con la tortuosa ambientación que le da Kümel y la maravillosa fotografía del talentoso Gerry Fisher, el mismo de El exorcista III y Highlander. Mención aparte merecen la imponente presencia del inmenso – en todo sentido- Orson Welles, y la triple caracterización de Susan Hampshire como Alice, Nancy y Euryale.
Una joya extraviada, y recuperada para nosotros por obra y magia de la piratería, que supo sorprender en el festival de Sitges donde se estrenó, para luego ser bastante maltratada por el público y por sucesivos remontajes que encararon la tarea de hacerla más accesible al populacho. Tarea imposible, tratándose de una obra única, caprichosa y siempre fascinante.
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