(Vinyan)
Año: 2008
Nacionalidad: UK/Francia/Bélgica
Dirección: Fabrice Du Welz
Guión: Fabrice Du Welz, historia de David Greig
Intérpretes: Emmanuelle Béart, Rufus Sewell, Julie Dreyfuss, Josse De Pauw
Formato: DVD
Sinopsis: Incapaces de aceptar la pérdida de su hijo en el tsunami que azotó la costa tailandesa, Jeanne y su esposo Paul siguen en el país a la espera de alguna noticia. Durante una cena, Jeanne creerá ver a su hijo en un video rodado en la selva birmana. La pareja conocerá al misterioso Sr. Gao, que los llevará hasta Rangog, donde unos mercenarios les suministrarán una barca para explorar las infestadas costas donde moran los piratas. Lentamente, se perderán en una extraña selva repleta de niños, acompañados por sus demonios interiores, y removerán cielo y tierra para encontrar a su hijo.
Recomendación: ¿En qué momento una relación madre-hijo pasa a ser algo siniestro? El cine se ha ocupado numerosas veces del tema, pero Vinyan, una película catalogada en el género de terror, a falta de mejor etiqueta, le da una mirada original, explorando la obsesión fruto de la pérdida, y cómo la figura del hombre se ve empequeñecida y excluida de la ecuación. La ambientación está muy lograda, gracias a una dirección competente y una muy buena fotografía. Es probable que en algún momento surja la incómoda comparación con Apocalypse now, que conviene tratar de ignorar para poder disfrutar mejor la película
Se puede hacer una lectura social bastante compleja, sobre todo teniendo en cuenta que los países involucrados en la producción de la película traen a la rastra un pasado reciente de victimización y esclavismo hacia todas las naciones subdesarrolladas que tuvieron a mano. En cierta manera, la historia termina siendo una venganza de la barbarie sobre la civilización, otra de las tantas películas surgidas a la sombra del complejo de culpa de las naciones primermundistas.
Estas coordenadas psicológicas por un lado y sociales por otro, confluyen en un último tramo de inquietantes resonancias mitológicas, en el cual después de ver la enorme cantidad de películas que empiezan bien y se derrumban al final, es doblemente gratificante ver cómo Du Welz nos entrega un desenlace a la altura –si es que no lo excede- del metraje que lo precede.
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