(The nightcomers)
Año: 1971
Nacionalidad: UK
Dirección: Michael Winner
Guión: Michael Hastings, basado en los personajes creados por Henry James
Intérpretes: Marlon Brando, Stephanie Beacham, Thora Hird, Harry Andrews, Anna Palk, Verna Harvey, Christopher Ellis
Formato: DVD
Sinopsis: En la Inglaterra Victoriana, dos niños huérfanos, Miles y Flora, se encuentran bajo la tutela legal de su tío, un joven caballero que no tiene tiempo ni ganas para ocuparse personalmente de ellos. Es por eso que los dos hermanos viven solos en una mansión de la campiña inglesa. Ambos son atendidos por una joven institutriz, especialmente contratada para esa tarea y por el resto de la servidumbre, entre los que se halla un extraño jardinero llamado Quint, quien se convertirá en un referente para los niños
Recomendación: En este tiempo de precuelas a troche y moche, viene a cuento recordar la que probablemente sea la primera de todas. En 1898 se publica Otra vuelta de tuerca, la célebre novela de fantasmas de Henry James, que se convertiría en un pilar del género y una inspiración para muchas otras obras. Jack Clayton hace la primera adaptación cinematográfica en 1963, The innocents, unánimemente considerada por la crítica como la obra maestra del director y la mejor adaptación de la novela. En la película, Deborah Kerr interpretaba a una institutriz encargada de cuidar a Flora y Miles, dos niños que viven en una aislada mansión junto a la sirvienta, la sra. Grose.
La película captaba soberbiamente toda la ambigüedad de la novela, en donde la protagonista luchaba por preservar la vida y la inocencia de los niños de las garras de los corruptores espíritus del jardinero Quint y de la anterior institutriz, pero nunca queda claro si los fantasmas realmente existen o son una proyección de los propios miedos de la institutriz o de sus no confesados deseos de corromper a Miles y Flora, a los que quiere con un cariño exagerado.
Ahora bien, toda precuela tiene algo de decepcionante. Generalmente giran en torno al origen de un personaje o una situación, que ha sido planteada de manera muy misteriosa en alguna película, todo se trata de explicar “cómo se llegó a eso”. Usualmente sale mal: el origen de Darth Vader de la saga Star Wars fue risible, Hannibal, el origen del mal banaliza al personaje con una historia de venganza remanida, Rob Zombie hace un experimento de secuela-remake que bien podría tener cualquier otro título, ya que lo único que une a Halloween con Halloween, el comienzo es el nombre de los personajes. Incluso en muchas sagas –generalmente dentro del género terror- aparece alguna entrega que, sin ser una precuela, busca esclarecer el surgimiento de determinada entidad maléfica, como Freddy Krueger, Jason Vorhees o Jigsaw.
Lo que termina sucediendo es que la imaginación de los guionistas no colma las expectativas de los seguidores, justamente porque el personaje original está concebido como un enigma, y funciona mientras se mantenga como tal.
Por eso creo que la primera inteligencia de Michael Hastings, el guionista de Los que llegan con la noche es patear el tablero genérico, descartando el terror, y construyendo un drama con ribetes de thriller y misterio gótico. Por alguna razón, este desplazamiento a otro género hace que el espectador descarte algunas expectativas, y se focalice en la historia en sí, como obra independiente.
Lo que el film de Michael Winner nos narra con mano sabia son los escabrosos sucesos que llevaron a la muerte del tan mentado jardinero Quint y de la institutriz, con quien mantenía un amor ilícito. La dirección de fotografía prefiere no abusar de la oscuridad o de lo misterioso, desaprovechando –intencionalmente o no, no lo sé- una locación tan sombría como la mansión donde transcurre la acción. Sin embargo, la oscuridad se filtra indefectiblemente a través de las resonancias morales que la evolución de los personajes representa. Y al mismo tiempo, hay un extraño tono casual en cómo es contada la historia, como ignorando el crescendo narrativo que es puesto en marcha a medida que Miles y Flora van perdiendo su inocencia.
Y de hecho, habría que cuestionarse si la pierden. Los niños, expuestos a la compleja personalidad de Quint, un magnífico Marlon Brando, optan por el sórdido mundo del jardinero porque es mucho más coherente y sincero que la hipócrita y mojigata educación que los demás personajes intentan inculcarles, pero no parecen obrar con una maldad conciente.
Michael Winner se volvería a acercar al terror desde un lugar bastante oblicuo con El centinela en la década de los ’80, dejando en claro que no es un director que pueda ser fácilmente etiquetado en su concepción del género.
Y más allá de lo que algunos puedan pensar del film en sí, deben reconocer que siempre es interesante una mirada desde el cine a una fuente literaria sin intentar la mera transcripción.