(Jade Soturi)
Año: 2006
Nacionalidad: China/Finlandia/Estonia
Dirección: Antti-Jussi Annila
Guión: Antti-Jussi Annila
Intérpretes: Tommi Eronen, Markku Peltola, Zhang Jingchu, Krista Kosonen
Formato: DVD
Sinopsis: En la lejana China, hace varios siglos, un guerrero y maestro herrero llamado Seng-Fu forja una máquina llamada Sampo, la cual traerá la felicidad al mundo. El problema es que el Sampo es robado por un demonio que lo transforma en una puerta del infierno. Ante la amenaza, Seng-Fu envía a su único hijo, Sintai, maestro en artes marciales, a buscar el objeto robado y derrotar al demonio. Sintai abandona la montaña en la que ha vivido durante toda su vida para dar caza al demonio, descubriendo una vida a la que había permanecido ajena hasta entonces.
Recomendación: El poema épico finlandés Kalevala, compuesto en 1835 por el investigador Elias Lönnrot a partir de las numerosas fuentes folclóricas de este país, se encuentra entre los preferidos de muchos entendidos. J. R. R. Tolkien se confesaba un gran admirador de esta mitología, que se había convertido en una de las principales fuentes de su obra, y resaltaba la falta de “hipocresía” de sus mitos, en contraposición de, por ejemplo, los ciclos artúricos de Inglaterra. Afortunadamente, el director finlandés Annila se decidió a plasmar en el cine el maravilloso mundo del Kalevala, pero haciendo una apuesta audaz: mezclándolo con las artes marciales chinas. Mixtura que puede parecer descabellada a primera vista, pero que se amalgama perfectamente, dando vida a una historia fascinante tanto visual como narrativamente. En la película se rescata la mentalidad de los antiguos herreros, que veían a los metales que trabajaban como seres, a los que se les debía respeto. Y sería esta mística de los herreros la semilla de la alquimia china que luego influiría tantos aspectos filosóficos y religiosos de occidente, hasta insertarse incluso en el monolítico cristianismo, a través del culto de los arcángeles.
El reparto está impecable, especialmente el ya fallecido Markku Peltola, a quien habíamos visto ya en El hombre sin pasado, de Aki Kaurismaki, haciendo aquí el papel de un ambiguo demonio.
La mística de los elementos, el eterno retorno, la soledad de los hombres y de los dioses y la imposibilidad de una felicidad perdurable; todo en una película mágica y melancólicamente bella.